El país vive momentos difíciles en virtud de hechos que, sumados, caldean un clima de confrontaciones que puede conducir a una desestabilización social peligrosa.
El conflicto entre poderes del Estado, proyectado a manera de medición de fuerzas sobre la próxima contienda electoral, puede afectar el desarrollo de tal consulta ciudadana con daños incalculables para nuestro sistema democrático.
Lo anterior, en el marco de una situación que mantiene a la justicia rehén de un estado de cosas que le impiden, por una parte, eficacia plena para luchar contra la corrupción y la impunidad, y por otra la tardanza en la conformación del esquema institucional de la Corte Suprema de Justicia, destacan la necesidad de lograr prontamente soluciones concretas y efectivas para estos problemas.
Todo esto subraya la trascendencia del diálogo como fórmula para encontrar respuestas a nuestras más acuciantes prioridades. Dicho diálogo debe ser instrumentado con las mejores voluntades del país, y – lo ideal – liderado por el mandatario de la República, a la cabeza de los esfuerzos por asegurar la máxima estabilidad social posible.
Ninguna fuerza legítimamente representativa de los intereses del país, con independencia del nivel o sector que sea, podría sustraerse de una convocatoria animada por estos propósitos para debatir, con civismo tolerante, respetuoso y participativo, los casos que hoy componen la agenda de nuestras preocupaciones nacionales.
La conciliación de nuestras diferencias en aras del bien común para reencaminar a la nación por senderos de concordia y paz, puede ser sin duda página significativa del legado político que imprima el actual gobernante en la historia de Panamá. Esta y las futuras generaciones lo agradecerán.
Inocencio Galindo De Obarrio
Presidente CCIAP