Luego de siete rondas de reuniones, el bloque centroamericano culminó el protocolo de negociación de un nuevo Tratado de Libre Comercio, en esta ocasión con Corea del Sur, una de las diez economías de mayor crecimiento a nivel mundial y que figura entre los usuarios más grandes del Canal de Panamá por flujo de carga.
Este es el resultado del ejemplar esfuerzo público privado como parte de una agenda de apertura comercial establecida desde la década de los 90. Con este acuerdo, Panamá obtiene mejores condiciones de acceso a un mercado de más de 50 millones de consumidores, busca la ampliación del comercio regional, promueve la utilización de la plataforma logística nacional y aspira consolidar y potenciar la inversión surcoreana en el país, la cual supera los US$960 millones.
El trabajo no ha terminado, nos aguardan grandes oportunidades y retos que debemos superar como país y como región, previo a su entrada en vigencia, proyectada para principios de 2018. Si bien este no es el primer acuerdo comercial que negociamos como bloque, aún se mantienen obstáculos que limitan la integración y competitividad de la región, especialmente en materia aduanera y logística para aprovechar el Hub natural que ofrece Panamá a Centroamérica.
En materia de transporte de carga terrestre, insistimos en la necesidad de levantar las restricciones que se han establecido. Es inconcebible que la velocidad promedio para el traslado de una mercancía por tierra oscile en 17 km/h. Asimismo, es necesario trabajar en la modernización de las aduanas, actualización de los sistemas informáticos y estandarización de la tramitología, entre otras barreras que impiden la creación de una relación comercial más ágil y eficiente.
Siendo Panamá el centro logístico por excelencia, debemos ser los pioneros estableciendo una estrategia que amplíe las oportunidades de negocio y se traduzcan en desarrollo para todo el país.
